sábado, 28 de enero de 2012

Seguid Soñando

Anoche dimos un buen concierto en el Derry Irish Tavern de Leganés. Lo pasamos muy bien, disfrutamos en el escenario, tuvimos un sonido más que aceptable y rematamos la noche en La Galerna, entre pintas de cerveza, humo de cigarrillos a escondidas y sentidas exaltaciones de la amistad.

Anoche fue una buena noche, y así deberían ser todas, así nos gustaría. El negocio musical en España desgraciadamente no lo permite. Y cada vez va a peor. Dar un concierto en Madrid capital se ha convertido, sin exagerar demasiado, en un acto de valentía. Donde no hay que pagar por tocar, nos vemos forzados a cobrar la entrada a un precio totalmente inadecuado para cubrir la consumición incluida por el propio local, corriendo el riesgo además de no cobrar un duro si no vendemos un mínimo de 50 entradas. Y lo que más rabia me da es que con esta mentalidad sólo se puede ir a peor, pues no se genera negocio. El negocio no es cobrar a las bandas, eso es como cobrar a los actores antes de que empiecen a rodar. El negocio está realmente en crear una clientela fiel que vuelva, atraída por unos contenidos de calidad. Los sitios en la capital que realmente apoyan la música en directo, porque les gusta y porque disfrutan con ella, se pueden contar con los dedos de una sola mano. Todos los demás tan sólo quieren llenar un horario concreto en el que el bar se les queda vacío. Nos usan de relleno, y encima nos cobran por ello. Es totalmente injusto y vergonzoso.

No podemos perder la perspectiva. Esto no siempre fue así. No nos podemos acostumbrar a estas condiciones destructivas, pues no es lo normal. NO ES LO NORMAL. No podemos tomar esta anormalidad como costumbre, porque de ahí sólo se puede ir a peor. No tenemos por qué aceptar este desprecio público. Hay que mantenerse firme y exigir un mínimo de respeto. Respeto por nuestro trabajo, porque sí, sí es un trabajo, y por nuestro arte, porque también somos artistas. La música es algo sublime, no se ve, ni se toca, pero es capaz de apretarte el pecho y dejarte vacío de lágrimas, o de hacerte saltar y gritar de alegría. Por eso hay que valorarla como uno de los bienes más preciados de la humanidad.

Recuerdo cuando empecé a tocar la guitarra, hace más de 22 años, lo que tampoco es demasiado si lo comparas según con quién. En aquella época todo parecía posible, el mundo me esperaba, y me recibiría con los brazos abiertos. No tenía ni idea de cómo iba a hacerlo, pero sabía que lo conseguiría, conseguiría mi sueño y me haría un músico respetable. Ignoraba los políticos, ignoraba las presiones sociales, ignoraba las trabas administrativas, ignoraba las trampas de la gente sin escrúpulos, ignoraba los consejos descorazonadores de los que no esperan nada de la vida, ignoraba a los bancos y a los empresarios desalmados, ignoraba los titulares agoreros en los periódicos, ignoraba todas las cosas que hoy en día se han convertido en habituales. Aún así no parecía un camino fácil, pero estaba dispuesto a recorrerlo con mi guitarra bajo el brazo. Y sigo igual de dispuesto, sigo decidido a andar ese camino, porque el mundo no es lo que nos cuentan, el mundo es lo que quieren ver nuestros ojos. Nosotros no somos lo que la gente opina sobre nuestra persona, sólo uno mismo sabe lo que realmente es por dentro. Podemos cambiar el mundo, porque podemos cambiarnos a nosotros mismos. Mammy Tuna dice que otro mundo es posible, Mammy Tuna dice que debemos soñar, enfocar bien el objetivo y perseguir ese sueño, sin descanso. Y cada vez que nos sintamos perdidos o desesperados debemos volver la vista atrás y volver a ese momento mágico que nos hizo ponernos en marcha el primer día.

Ignorad a los ignorantes que os dicen que algo no es posible. Las únicas barreras que existen son las que nos ponemos nosotros mismos, por nuestra manera de pensar. Decid "no" cuando lo necesitéis, y abrazad el "sí" cuando os abra puertas. Sed fieles a vosotros mismos y soñad con un futuro mejor, porque en vuestra mano está hacerlo realidad. Mirad a los ojos de quien os habla, y transmitid vuestro sueño no solo con palabras, sino también con el corazón.

Necesitamos salvar la música, recordarla y apreciarla. Entre todos podemos. No nos dejaremos doblegar ni engañar, y seguiremos ignorando a quien lo merezca, porque el mundo no es suyo, es nuestro.

Mammy Tuna os desea a todos felices sueños.

Manu Garaizabal, compositor y guitarrista de Mammy Tuna.
www.mammytuna.com